
El reencuentro de este año con el Sónar llegaba rodeado de incertidumbre. Y entrar en el recinto del Montjuïc no ha sido esta tarde como las otras veces hacerlo recibiendo en la cara y en el plexo la gozosa bofetada sonora del Village, ese preludio del baño de música y hedonismo habitual. A ver, es cierto, mucha gente ha accedido como zambulléndose y sin pensar en nada más (incluso sin pensar a secas), pero si habías estado al caso de la polémica que ha rodado al festival era lógico estar al loro, presto a contar kufiyas y banderas palestinas. Resultado: 1 bandera y 0 pañuelo, al menos en una cuenta provisional, que el festival es largo. El Sónar no parece que vaya a ser la intifada.
Nuestra fuente:Cultura en EL PAÍS Publicado para Latino America