
El atentado contra el aspirante presidencial Miguel Uribe Turbay revive uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente de Colombia: la violencia política como método de silenciamiento y ruptura democrática. El ataque, perpetrado por un adolescente de 15 años durante un acto público, no solo dejó al senador del Centro Democrático en estado crítico, sino que despertó el fantasma de los magnicidios que marcaron a sangre y fuego la vida institucional del país en las décadas de 1980 y 1990.
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