
“Cuatro hombres me obligaron a desnudarme y me ataron de pies y manos a una barra suspendida en el aire. Luego empezaron a golpearme brutalmente las plantas de los pies con una barra de madera. El dolor era tan insoportable que ni siquiera podía llorar”. Así comienza el relato de las torturas que sufrió el activista keniano por los derechos humanos Boniface Mwangi, durante su arresto en Tanzania, el pasado 18 de mayo, donde había acudido para asistir a Tundu Lissu, líder del principal partido de la oposición de Tanzania, CHADEMA, en prisión bajó la acusación de publicar información falsa y de traición.
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