
La reciente incursión contra las instalaciones nucleares iraníes ha popularizado la imagen del futurista bombardero furtivo B-2, invisible al radar y capaz de alcanzar objetivos al otro lado del mundo. Pero no ha sido la primera intervención real de estos aparatos, ya utilizados en otros conflictos bélicos durante las tres últimas décadas. Y su origen se remonta mucho más atrás: diseñar y fabricar una aeronave de estas características es una carrera tecnológica muy larga.