
Cada vez que la incómoda verdad amenaza con salir a la luz, el poder político no tarda en diseñar artefactos monstruosos, forjando rápidamente consensos en torno a iniciativas en apariencia ‘bien intencionadas’ que, en el fondo, suponen una ciudadanía infantilizada y carente de autonomía. Esta actitud refleja un sistema político que nos concibe como incapaces de razonar por cuenta propia y revela la persistencia de una visión paternalista del Estado, y es evidencia irrefutable de una forma de autoritarismo anacrónico, disfrazado de protección.
Nuestra fuente:EL PAÍS Edición Chile: El periódico global en EL PAÍS Publicado para Chile