
“El territorio de la actual Ucrania fue la primera frontera del espacio político y cultural que llegaría a conocerse como mundo occidental”, escribe Serhii Plokhy, historiador y profesor en Harvard, donde dirige el Instituto de Estudios Ucranios, establecido en esta universidad en la década de los setenta, en plena era soviética, cuando era inconcebible hablar de este país eslavo como de algo diferente de Rusia. En su libro Las puertas de Europa, tras estas palabras, el autor explica que el “el primer geógrafo y etnógrafo de Ucrania fue Heródoto”, que ya llegó a darse cuenta de la heterogeneidad de este territorio, entonces frecuentado por las tribus eslavas y nómadas (fundamentalmente los escitas), aparte de los vikingos (o varegos) que seguramente participaron en la fundación de la Rus de Kiev, que ucranios, rusos y bielorrusos actuales consideran su primer Estado y tierra de origen. “Un complejo proceso historiográfico remite a las voces del pasado”, dice mi colega ucranio, cuyos numerosos libros (cuatro publicados en español) han cobrado especial relevancia desde la invasión rusa de Ucrania.
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