
Pocas prendas han dejado un rastro tan estético en la ficción como un bañador. En coral y con incrustaciones de brillantes, vistió a Marilyn Monroe de glamour en la película Cómo casarse con un millonario (1953). Con un sobrio diseño en negro, Sophia Loren se metió en la piel de una lavandera francesa que se enamora de un sargento revolucionario en Madame SansGêne (1961).
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