El calor infernal que desprenden la mayoría de los parques infantiles de Madrid puede verse desde el espacio. Anclados en órbitas que les sitúan a más de 700 kilómetros de altura, los satélites Landsat-8 y Landsat-9 de la NASA han recopilado imágenes que demuestran que el 61% alcanzó o superó los 41 grados de media en junio, julio y agosto de 2024, y que el 25% llegó a una temperatura media de 43 en su superficie, según un trabajo de Carla Silva Otero, arquitecta especializada en la gestión de proyectos territoriales a través de datos espaciales. Eso convierte la mayoría de zonas de juego de los niños en una sartén. O un horno. Desprovistos del cobijo de las sombras de los árboles y convertidos en un hervidero por sus suelos de caucho, estos espacios también reflejan la desigualdad de Madrid: el infierno se concentra en el centro, el Sur y el Este.
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