
Un adolescente colombiano de 14 años mostró el pasado sábado su capacidad para matar sin ningún miramiento. Disparó varias veces contra el senador y pre candidato presidencial Miguel Uribe Turbay durante un mitin en Bogotá. El cuerpo del político, aún con vida, se llenó de sangre y se desplomó. Minutos después, el atacante fue baleado en una pierna, reducido al suelo y capturado. “Perdón, lo hice por plata, por mi familia”, exclamó. Su voz juvenil y sus promesas desesperadas de contar quién ordenó el atentado causaron conmoción. Pero nada era nuevo. El 22 de marzo de 1990, un adolescente de 15 años acribilló a balazos al candidato presidencial Bernardo Jaramillo. Unos años antes, el 30 de abril de 1984, otro joven de 18 años participó del magnicidio del entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara. La tragedia de los niños sicarios se repite en Colombia, una y otra vez, desde hace décadas.
Nuestra fuente:EL PAÍS Edición Argentina: el periódico global en EL PAÍS Publicado para Argentina