
Una puerta metálica se abre a un jardín a cielo abierto, la vereda del centro te lleva a un salón agradable; al fondo una gran barra, dos hornos, el fuego de la leña ardiendo. Chuí se descubre lento, las plantas son el preámbulo a platillos sorprendentes hechos a base de vegetales; aquí el camote, el elote, la calabaza o los hongos se convierten en bocados inesperadamente deliciosos.
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