
Su rostro ha sido todos y ninguno. La estadounidense Cindy Sherman (Glen Ridge, Nueva Jersey, 71 años) no solo transformó la fotografía contemporánea: la desmanteló y la reconstruyó desde dentro con la audacia de las pioneras. La convirtió en un sueño extraño, en un teatro de sombras, en un espejo quebrado donde cada minúsculo cristal refleja una identidad distinta. Y, de paso, cambió nuestra forma de mirar y de mirarnos. Sus imágenes son mentiras cargadas de verdad. En ellas borra todo rastro de sí misma y se apropia de las tipologías femeninas que circulan por la televisión, el cine, la publicidad y también las redes sociales. En cada fotografía, ella se encarga de todo: posa como modelo, se maquilla, se peina, se disfraza, monta el decorado y grita acción. Sherman ha trazado nuevas vías para el retrato contemporáneo y ha influido en varias generaciones de artistas —Cate Blanchett, Isabelle Huppert, Lady Gaga, Miranda July o Chappell Roan la señalan como ejemplo a seguir—, así como en las drag queens más sofisticadas o en los códigos estéticos de la última mitad de siglo, de la publicidad de moda a esas portadas de revista retocadas hasta rozar lo grotesco.
Nuestra fuente:EL PAÍS Edición México: el periódico global en EL PAÍS Publicado para México