
En el mundo del pan en Barcelona hay una guerra soterrada en la que unos van cediendo espacio poco a poco a otros. Por un lado, las panaderías artesanas, negocios tradicionales y muchas veces familiares que reivindican su rol en preservar la identidad de los barrios. Y, por otro, las llamadas panaderías con degustación, un modelo que incluye marcas como Vivari, 365 o Granier, que es percibido como una competencia desleal y cuyo crecimiento exponencial se ve impulsado, en gran parte, por el respaldo de grandes fondos de inversión. Solo entre las marcas 365 y Vivari suman 201 establecimientos. A contracorriente, y con una mezcla de orgullo y preocupación, los panaderos tradicionales luchan por mantener viva una profesión que se encuentra en un punto de inflexión. Cinco hornos artesanos de Barcelona, arraigados en sus comunidades, defienden el papel fundamental que ejercen en el barrio, los retos a los que se enfrentan día a día y el incierto, pero esperanzador, futuro del pan artesano y tradicional de la capital catalana.
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