
No solo el código genético y el código postal determinan la salud de un individuo. Todo lo que nos envuelve, desde el aire que respiramos a los productos que uno compra en el supermercado, juega también un papel mucho más determinante de lo que cualquiera podría llegar a imaginar. Tras esas costumbres y productos que pueblan nuestro día a día se erigen poderosas corporaciones cuyos actos, por más nimios que parezcan, puede tener repercusiones descomunales en la vida de la gente, cuenta Anna Gilmore, profesora de Salud Pública y directora del Centro para la Salud Pública del siglo XXI de la Universidad de Bath (Reino Unido): “La forma más sencilla de verlo es fijarnos en la magnitud del daño causado por cuatro productos: el tabaco, los combustibles fósiles, el alcohol y los alimentos. Solo esos cuatro productos estimamos que causan entre un tercio y dos tercios de todas las muertes mundiales”.
Nuestra fuente:Lo más visto en EL PAÍS