Miguel Ríos García volvía desde Monterrey hacia Nuevo Laredo, en Tamaulipas, cuando recibió una llamada de su hijo, que trabajaba en ese momento en su negocio de reparación y venta de teléfonos celulares. En la llamada, Miguel solo alcanzó a escuchar: “Papá, papá…” cuando se cortó la comunicación. Apenas pudo contactarlo, escuchó las amenazas de los soldados hacia su hijo y empleados. Entonces, comenzó a publicar en su cuenta de Facebook para que la gente de la zona le informara en qué puntos de la ciudad se movían los vehículos oficiales, responsables del atraco. Comenzó una inusual escena: ciudadanos enfurecidos, guiados por la transmisión en vivo de Ríos García, persiguieron y acorralaron el camión blindado hasta lograr detener a los militares.
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