
El pasado 3 de junio, Francia celebró el 75 aniversario de la conquista del Annapurna (8.091 metros), es decir, la primera montaña de más de ocho mil metros escalada por el ser humano. Algunos medios franceses han dedicado artículos al respecto durante toda la semana: no es de extrañar, tanta es la literatura que se desprende de una gesta heroica que el paso del tiempo ha erosionado hasta convertir en un folletín más bien desolador. Aquel día de 1950, Maurice Herzog instó a su compañero Louis Lachenal a sacarle fotos en la cima, una tras otra, instantáneas que darían la vuelta al mundo. Sin embargo, Lachenal se negó a posar para la posteridad: solo deseaba bajar de una maldita vez, recuperar el calor en sus pies que ya sentía muertos. En la única imagen (desenfocada) conservada se le ve encogido sobre la nieve, como un perro que solo espera la señal de su amo para partir.
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