
Todos sabemos ya cómo se deshace Pablo Motos cuando viene un invitado extranjero, más en concreto de Hollywood. Suele ser una incómoda visión. Motos parece el dueño de un humilde chiringuito al que hubiera entrado, de repente, un torero. Venga mantel bueno, venga una ronda gratis de sangría de la casa. Y esos calamares a la romana, ponles bien de limón. Esto sólo sucede, claro, si el invitado es hombre. Si es mujer, sufrimos la ya clásica violenta oleada de vergüenza ajena con las galanterías de Motos.
Nuestra fuente:Televisión en EL PAÍS Publicado para Latino America