
El resguardo de un hotel, el perfume o una mancha de pintalabios en el cuello de la camisa eran antes las pruebas más habituales de una infidelidad, material dramático excepcional para la novela rosa, una película de detectives o una copla de desamor con un giro inesperado. Pero en la actualidad la tecnología es el peor enemigo de los infieles. La kiss cam que ha sacado a la luz en pleno concierto de Coldplay la aventura entre Andy Byron, CEO de Astronomer, y Kristin Cabot, directora de recursos humanos de la empresa, es una buena prueba de ello. Pese a que como señala el periodista Sergio del Molino algo así no habría ocurrido en España, “donde rige una legislación muy restrictiva en materia de derecho a la propia imagen”, la tecnología, que en teoría está destinada a facilitar la vida, en ocasiones se la dificulta a la gente… que decide ser infiel.
Nuestra fuente:EL PAÍS América Colombia: el periódico global… en EL PAÍS Publicado para Colombia