
El otro día, en una entrevista, le preguntaban a una madre si la vida de su hijo con discapacidad “valía la pena”. Lo hacían con tono amable, incluso compasivo. Pero a mí la pregunta se me clavó como una espina en el alma. No por la respuesta de la madre, impecable, sino porque esa pregunta, por sí sola, ya lo dice todo.
Nuestra fuente:Feed MRSS-S Noticias Publicado para Latino America