
El magistrado del Tribunal Supremo Ángel Hurtado quiere sentar en el banquillo de los acusados al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Nunca ha ocurrido nada parecido en la reciente etapa democrática y el motivo real del procesamiento parece una broma pesada. Atribuye Hurtado al fiscal general una supuesta revelación de secretos al filtrar a alguien, el juez no sabe exactamente ni a quién ni cómo lo hizo, un correo electrónico con el objetivo de responder con información veraz al gigantesco bulo difundido por la pareja de un presunto delincuente a medios de comunicación poco interesados en contrastar las noticias.
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