
La tristeza es como “un chicle que se pega a la suela del zapato”. Y es bueno hablar de ella. Por si, por casualidad, le sirve a alguien. Así piensa Dani Rovira (Málaga, 44 años). Y esta es la gran historia de su vida: la búsqueda constante de sí mismo, la angustia que sintió al perder su anonimato tras Ocho apellidos vascos, el cáncer y todo lo que viene después. Actor, cómico, cuentista desde que escribía poemas en el colegio, solo sabe narrar desnudándose. Aunque sea incómodo. Lo hace en Vale la pena, el espectáculo que acaba de estrenar Netflix. Y también en esta entrevista “de intensidad filosófica”. Una mañana de julio en la cantina de Matadero. Porque quitarse todas las máscaras es la única manera de alcanzar la paz.
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