Desconcierto total. Los últimos minutos de La familia de la tele acabaron el pasado miércoles con la misma sensación con la que podría haberse descrito su comienzo hace solo 32 programas (el número, recordado en antena por Inés Hernand, era muy inferior a los 57 contratados). La presentadora María Patiño escapaba del sarcófago donde la habían encerrado para despedir esta etapa en la televisión pública, y se negó a volver a plató. “Quiere lo mismo desde el primer programa: que le dejamos en paz”, bromeaba su compañero Aitor Albizua en la comitiva del funeral. “No quiere venir ni a hablar con nosotros”. Días después, Hernand ríe: “A veces es todo tan real que es real. Yo pensaba que era una performance, pero qué le vamos a hacer si se agobió de verdad”. El momento servía como buen resumen de lo que hace mes y medio estaba listo para revolucionar las tardes de La 1, un espacio de entretenimiento que recuperara el espíritu y protagonistas de Sálvame y que al final ha quedado en bandazos, cambios de programación y lío político. Todo eso, con audiencias pobres, superadas en alguna ocasión por La 2, que han arrastrado al resto de la programación.
Nuestra fuente:Televisión en EL PAÍS Publicado para Latino America