La tranquilidad relativa con la que discurría el mercado petrolero en 2025 es historia. El ataque israelí sobre Irán, titular de las terceras mayores reservas de crudo del mundo, ha desatado el pánico: no tanto por los daños en sí —nulos en pozos y refinerías, según Teherán—, sino por un potencial cierre del estrecho de Ormuz, por el que pasa casi la cuarta parte de los barriles que se consumen el mundo.
China, comprador casi único
China es el mayor y prácticamente único comprador del petróleo iraní. De salir del mercado parte de su producción, el segundo país más poblado del mundo tendría que buscar ese crudo (y sus derivados) en otros países del Golfo —suponiendo que el estrecho de Ormuz se mantiene abierto— o incluso en otras latitudes. Este movimiento recolocaría las piezas del puzle petrolero y, según advierten algunos analistas, podría llevar el precio al entorno de los 100 dólares por barril tres años después. Muy por encima de los apenas 75 dólares actuales.
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