
Las buenas inversiones son aburridas, dijo una vez George Soros. Con los bancos centrales ocurre tres cuartos de lo mismo: cuando sus mandatarios parafrasean al Mario Draghi de la crisis del euro, los titulares encajan, pero algo en la economía está fallando. Ocurrió durante el trance inflacionista, pero una vez pasado lo peor del temporal, el Banco Central Europeo se ha empeñado en ser el campeón del tedio: llegaba a esta cita tras siete recortes de tipos de interés de 25 puntos básicos en siete reuniones, todos ellos convenientemente anticipados por el mercado, que reducía así al mínimo la volatilidad de acciones, bonos y divisas al anunciarse la decisión. Fráncfort ha puesto fin este jueves a esa racha, tan repetitiva y machacona como efectiva: el BCE ha dejado los tipos de interés intactos en el 2%, algo que no sucedía desde hace un año, y abre una nueva era, más enrevesada, menos clara, en la que sus movimientos se antojan más impredecibles.
Cambio en el Banco de Portugal
El gobierno portugués nominó este jueves a Álvaro Santos Pereira, economista jefe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, como el próximo gobernador del banco central para suceder a Mario Centeno, cuyo mandato terminó formalmente el 19 de julio. El portavoz del Ejecutivo, António Leitão Amaro, explicó en una rueda de prensa tras una reunión del Consejo de Ministros que Santos Pereira tendrá que someterse ahora a una audición en la unicameral Asamblea de la República, y a su visto bueno antes de ocupar el puesto. El aspirante fue ministro de Economía entre 2011 y 2013, durante el Ejecutivo del conservador Pedro Passos Coelho y se destacó por defender las reformas estructurales durante el periodo de la troika en Portugal. Después, se apartó de la política activa aunque ha mantenido una presencia en el debate económico internacional.
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