
Las largas uñas de gel de Sandra Blow le ayudan a apartarse el pelo que, a cada rato, le tapa la mirada. La fotógrafa mexicana dice que, cuando empezó a tomar fotos, lo que se consideraba estético cumplía un patrón normativo. “Eran modelos güerísimas, de ojos azules. No veías modelos latinos, no veías pieles cafés. Yo siempre he sido como soy, tatuada, un poco fuera de la norma siempre y pues mis amigos son así, no me voy a llevar con los fresas de Polanco [un barrio acomodado de la capital mexicana]. ¿Qué haría yo ahí?”, pregunta de forma retórica. Fue así como comenzó a interesarse por otras estéticas, a documentar lo queer, las vivencias nocturnas y las expresiones sexuales. En septiembre, la fotógrafa mexicana llevará 19 de sus fotografías a la exposición Líneas de Pertenencia del Museo de Arte Moderno (MoMa) de Nueva York, uno de los grandes recintos culturales mundiales, y en agosto planea presentar Sandra Blow XV, un fotolibro recopilatorio de sus 15 años de oficio.
Nuestra fuente:EL PAÍS Edición México: el periódico global en EL PAÍS Publicado para México