
Los sabores del verano despiertan nuestra memoria. Entramos en una temporada en la que podemos alcanzar la felicidad con un albaricoque maduro en la plaza del pueblo, una ración de pescaíto frito en la playa, un helado, una carne tocada por la fuerza de las brasas, unos jugosos guisantes lágrima, unas ostras que encierran los secretos del mar… Y una sobremesa que se extiende. Cosas simples.
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