
Viviendo fuera de España no se tarda mucho en hacer una desconexión mental con nuestras vicisitudes patrias. No es tanto con las noticias, con lo que te pierdes es con los nuevos personajes. Un día te dices: pero quién es esta Melody, y qué ha hecho. Otro, aparece un tal Frank Cuesta. O no sé qué invitado de La Revuelta desconocido, supongo que no soy el único, para los mayores de 40 años (58% de la población). Y ya lo de La familia de la tele es que ni idea. Te dices: ¿hago por enterarme o no? Te planteas si pinchar para informarte, pero piensas lo que estás haciendo con tu vida, a partir de una cierta edad el tiempo es todo. Y es peor cuando te lo lees y sigues sin verle la importancia, hay algo de estos asuntos que por lo visto no se puede captar sin vivirlo. Te quedas fuera de la conversación nacional, de las angustias y preocupaciones de tus conciudadanos. En fin, pierdes identidad, y eso hoy es gravísimo. A veces estos personajes surgen en la política, como Leire Díez. Con su frase “ni fontanera, ni cobarde”, que me llegó así, suelta, tuve que hacer un ejercicio de hermenéutica de una hora para entenderla. Me pasó igual con el lema del PP, “mafia o democracia”, aunque en ese caso al final abandoné.
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