
Los medios públicos son un termómetro de la calidad de la democracia de un Estado. Si hablamos de países como Alemania, Reino Unido o Francia, la radio y televisión públicas no son solo estandartes de calidad audiovisual, creatividad y talento, sino que sus contenidos no son una letanía de loas al Gobierno de turno. Ocurre todo lo contrario: en los espacios informativos diarios, pasando por los largos reportajes, las investigaciones y denuncias, la realidad de su país se presenta a través de un prisma que permite ver los diferentes matices de la sociedad y las opiniones políticas divergentes. No son canales de propaganda. Cuando hay que presentar información negativa sobre el Gobierno lo hacen. Cuando la oposición es la protagonista en la escena política, también lo es en estas cadenas. Cuando el país enfrenta alguna dificultad de aquellas que dividen a la sociedad, pues la labor no es la de uniformizar, sino la de visibilizar todas las facetas del asunto. Esos medios públicos no tratan a sus audiencias como borregos que deben seguir la voz de un único pastor representada por la BBC, France Televisions y Radio France, o la ZDF y la ARD alemanas. El respeto a la audiencia parte del reconocimiento de esta en su diversidad y de la forma en que las mismas se ven representadas en los contenidos.
Nuestra fuente:EL PAÍS América Colombia: el periódico global… en EL PAÍS Publicado para Colombia