Del primer ascenso a la cima del Everest, el 29 de mayo de 1953, queda un pacto y la foto de Tenzing Norgay, triunfador, piolet en alto, rostro tapado por la máscara de oxígeno. El pacto remite al silencio acordado por Edmund Hillary y el propio Norgay para callar quién fue el primero de los dos en colocar sus pies en el punto más elevado de la Tierra (8.848m). Ambos fallecidos se llevaron el misterio a la tumba, y ni siquiera el único de los siete hijos de Norgay interesado en escalar montañas pudo sonsacarle la verdad. Se cree que Norgay mintió en su autobiografía de 1955, cuando afirmó que Hillary le precedió en la cima, y lo cierto es que ambos siempre defendieron que habían logrado el éxito trabajando en equipo, una pareja al unísono unida por una cuerda de 30 metros donde destacaba la enorme experiencia de Norgay, en su séptima tentativa.
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