En San Basilio de Palenque el silencio es un visitante inusual. En este corregimiento, a 70 kilómetros de Cartagena de Indias, la música marca la cotidianidad de una comunidad reconocida como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad porque representa siglos de lucha por la libertad de los antiguos africanos esclavizados. Aparecen picós – sistemas de sonidos típicos en la costa caribe colombiana- en las calles, a cualquier hora resuena una champeta en una casa y un reggaetón en otra. Andris Padilla o Afroneto, músico y líder social, lo resume en una frase. “Es inimaginable la vida del palenquero sin música, desde el nacimiento hasta la muerte”. Afroneto identificó en esa herencia la herramienta más poderosa para preservar su lengua y en 2011 creó Kombilesa Mi —que traduce “mis amigos”— que mezcla la herencia africana con ritmos como el rap, con tanto éxito que lanzan su tercer álbum e inician una gira internacional en Canadá. Antes de despegar, ofrecen un pequeño concierto en Bogotá, donde les acompaña la diáspora palenquera que llena el lugar y baila al ritmo de resistencia y poder negro.
Nuestra fuente:EL PAÍS América Colombia: el periódico global… en EL PAÍS Publicado para Colombia