
En algunos momentos de la historia reciente de Colombia, la Iglesia católica ha tendido puentes entre quienes no logran sentarse en la misma mesa. Intermedió en incontables esfuerzos de paz, tanto locales como nacionales, y en momentos de alta tensión política. Así fue en 2016, cuando el papa Francisco logró reunir en el Vaticano a los expresidentes Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, quienes chocaban por sus posturas sobre el proceso de paz con las FARC. Esta vez, tras el atentado contra el precandidato opositor Miguel Uribe Turbay, el cardenal Luis José Rueda logró sentar en la misma mesa al presidente Gustavo Petro y al presidente del Senado Efraín Cepeda, de derechas. También a las cabezas de varios organismos de control como la Procuraduría y a los presidentes de las Altas Cortes, con las que el Ejecutivo ha cavado una distancia notable. El resultado fue un comunicado sucinto, firmado por las cabezas de las tres ramas del Estado Colombiano y de sus órganos de control, además de cinco prelados.
Nuestra fuente:EL PAÍS Edición Argentina: el periódico global en EL PAÍS Publicado para Argentina