
Alejados de la oficina y centros de trabajo, sin reuniones y agendas apretadas, cada vez son más los profesionales que se plantean hacer un parón laboral. Y no lo hacen para descansar, sino para dedicar su tiempo y conocimiento a los demás. Una tendencia que llena de propósito al trabajador y le plantea otra forma de entender el mundo laboral. El mar es uno de los escenarios que gana enteros. Ya sea a bordo de hospitales flotantes, barcos que trabajan por la paz o de los que salvan vidas en las rutas migratorias. “Trabajar por los demás te da una felicidad difícil de encontrar”, señala Carolina de Damas, voluntaria en Mercy Ships (Naves de la Esperanza).
Con contrato
Para trabajar a bordo de los buques Mercy los voluntarios tienen que firmar un contrato laboral que incluye el alojamiento en el barco y las comidas, pero no perciben salario. Las condiciones son sencillas: tener entre 18 y 78 años (a esta edad con informe de salud favorable); un B1 de inglés para los dos primeros ejes y “hacerse entender en el resto”, señala Gerardo Vangioni, su presidente. Basta con rellenar un formulario e indicar una de las 200 áreas para trabajar. Una vez aprobada (tarda dos o tres meses) se embarca en uno de los puertos base ubicados en Las Palmas o Tenerife, o directamente se vuela al país donde se halle el barco.“Vamos allá donde nos invitan los gobiernos por lo que no hay trabas administrativas. Los voluntarios no necesitan visados”, añade Vangioni.
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