
El hombre me invitó a un banquete. Yo creo que nunca antes me había topado con nadie que dijera esa palabra en serio pero, dadas las circunstancias, tampoco terminó de sorprenderme. Corría 1991 y dos días antes había volado más de 20.000 kilómetros desde Buenos Aires: la China, entonces, era un molusco raro que empezaba a abrir su concha, y yo quería conocerlo. No era fácil, en esos días, entrar allí, y menos para un periodista. Así que cuando empecé a pensarlo hablé con el jefe de Xin Hua, su agencia oficial de noticias, en la Argentina, para pedirle los permisos pertinentes. Le di una lista de las cosas que quería conocer —las más inocentes que se me ocurrieron, un estudio de cine, una escuela, una fábrica de lo que quisieran— y me dijo que sí, que cómo no, que sus colegas me recibirían en Pekín. Uno de ellos era el hombre que ahora me invitaba a un banquete. La palabra, es obvio, me hizo agua la boca.
Especial Gastro de 'El País Semanal'
Este reportaje forma parte del Especial Gastro elaborado por 'El País Semanal' y EL PAÍS Gastro que se publica el 8 de junio.
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