
Mientras camino por las calles de Tel Aviv, veo a la gente que se apresura de un lado a otro con expresión nerviosa y me es fácil olvidar que estamos en guerra. Los aviones de combate que sobrevuelan nuestras cabezas nos lo recuerdan de vez en cuando, pero normalmente estamos preocupados por otras cosas. Un día, Trump suelta una predicción optimista sobre un alto el fuego entre Israel y Hamás y, al día siguiente, se acuerda de la guerra de Ucrania. Aquí, en Israel, nuestra atención oscila entre una encuesta que muestra que más del 80% de los israelíes quieren el fin inmediato de la guerra y la final de un reality show de cocina en horario de máxima audiencia. De forma periódica, nos sorprende el anuncio de que ha muerto otro soldado. Y, en medio de esta realidad tan contradictoria, hay algo que no deja de aparecer.
Nuestra fuente:EL PAÍS Edición Argentina: el periódico global en EL PAÍS Publicado para Argentina