
Las dos superpotencias globales ―Estados Unidos y China― libran un pulso descarnado por la hegemonía mundial. Otros polos relevantes ―como la UE, Rusia o la India― buscan nuevas capacidades para adaptarse a un mundo en reconfiguración. Todo ello entraña una aguerrida competición en múltiples niveles, desde la primacía en tecnologías clave hasta la configuración de arsenales poderosos, desde la afirmación de condiciones ventajosas de comercio hasta el control de la transición energética. En todos estos sectores desempeñan un papel fundamental un puñado de materias primas estratégicas. Y China dispone de una situación de dominio en una amplia mayoría de las más cruciales, sea en la fase de extracción o, sobre todo, en aquella de refinamiento, lo que se está demostrando un arma formidable en la competición global.
Nuestra fuente:EL PAÍS Edición Argentina: el periódico global en EL PAÍS Publicado para Argentina