
Estadio Nacional. Fue el primer estadio al que fui de niño y ha sido al que más se ha ido en la vida, entre otras cosas, porque desde hace una tonelada de años la Universidad de Chile juega allí de local. No puedo dejar de pensar que, además, carga con el peso histórico de haber sido campo de prisioneros y centro de tortura en la dictadura. Mi trabajo me ha llevado a indagar esa condición, por ejemplo, cuando trabajé el libro de conversaciones con el Gato Gamboa, quien estuvo allí como detenido y luego brutalmente torturado. El estadio tiene esa doble cara: ha sido un lugar donde he vivido destellos de felicidad enorme, como hincha del fútbol, y a donde cada vez que voy, miro la zona pequeñita del memorial.
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