
En los últimos años, la gastronomía viene sufriendo los azotes de muchas lacras, de la maduración de las carnes para convertirlas en el cuerpo incorrupto de san Isidro a la sobreexplotación hasta el empacho de la burrata, pasando por la omnipresencia de la torrija caramelizada de brioche, los tartares de todo lo tartareable o las vinagretas / salsas / postres de yuzu con olor a Ajax Pino. Sin embargo, existe una plaga que no es un producto ni una preparación, cuya capacidad para estomagar comienza a superar a todas las anteriores: los concursos de la mejor (inserte aquí cualquier plato popular de gran éxito).
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