
A Vladímir Ilich Lenin se le atribuye la frase “La democracia es bella, pero el control es mejor”. Y aunque no puedo garantizar su autenticidad, sí puedo asegurar que refleja de un modo preciso uno de los principios funcionales de los totalitarismos políticos, donde, como sabemos, el ejercicio de la vigilancia sobre los ciudadanos ha sido una práctica establecida y realizada a veces con esa eficiencia y minuciosidad que, de modo espeluznante, demostró la ventilación del contenido de los archivos de la policía secreta (y no tanto) de la República Democrática Alemana, la tenebrosa Stasi.
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