
El cóctel de violencia al que se enfrentan las autoridades de México en un fenómeno en el que se mezclan el arraigo del ecosistema criminal en el territorio y las alianzas internacionales de los carteles. La certeza de que antiguos militares colombianos colaboran con grupos de narcotraficantes mexicanos para entrenar a sus sicarios, fabricar explosivos y aumentar su poder de fuego abre un nuevo escenario en la lucha contra el crimen organizado que exige, en primer lugar, una mayor cooperación internacional. La presencia de mercenarios del país sudamericano se remonta a por lo menos 15 años, pero en los últimos tiempos, según ha revelado una investigación de EL PAÍS, esa tendencia se ha acelerado.
Nuestra fuente:EL PAÍS Edición Chile: El periódico global en EL PAÍS Publicado para Chile