
El alma es mortal, pero el impulso de la mente no se detiene tras la muerte. La mente, como la energía, no muere, se transforma. Puede existir brevemente en los mundos sutiles, pero está incómoda sin el cuerpo, que es su estado natural. Eso dicen los tibetanos, que son los que más han profundizado en la experiencia de la muerte. El vajrayāna es quizá la más salvaje, colorida y optimista de las tradiciones budistas. También la más humana. No hay ninguna experiencia, por perturbada o neurótica que sea, que pueda empañar la luminosidad radiante que nos habita. La vida nos puede arrastrar a todo tipo de enajenaciones, pero la mente pura del Buda estará siempre en el trasfondo del yo, esperando a que nos abramos a ella. El despertar no es un estado que cultivar o un objetivo que lograr, sino algo que está detrás de todos los cultivos y todos los logros, esperando a ser reconocido. Basta con vivir con naturalidad y espontaneidad, fomentando la paz mental. De ahí que el suicida, que quiere acallar su mente, se equivoque. Tras la muerte del cuerpo la mente seguirá su camino, más tortuoso si lo abandona de modo violento.
El libro de los muertos tibetano
Anónimo siglo XIII
Ramón N. Prats
Siruela
118 páginas
15,90 euros
Inmortalidad digital
Raquel Ferrández
Herder, 2025
292 páginas
22 euros
El umbral
Alexander Bethyány
Traducción de Elena Pérez San Miguel
Errata Naturae, 2025
256 páginas
22,50 euros
Estar con los muertos
Han Ruins
Traducción de Ramón Alfonso Díez Aragón
Ilustradora Melina Belén Agostini
Herder, 2025
336 páginas
32 euros
La muerte en común
Ana Carrasco-Conde
Galaxia Gutenberg, 2025
392 páginas
22 euros Nuestra fuente:EL PAÍS América Colombia: el periódico global… en EL PAÍS Publicado para Colombia