
El líder del Senado mexicano, Gerardo Fernández Noroña, creció en el estridentismo. Irrumpiendo vociferante en comparecencias para acusar a su oposición de corrupta, criminal y asesina. Negándose a pagar impuestos que consideraba injustos. Haciendo del baño en la calle por considerar que el servicio era demasiado caro. Protagonizando marchas, bloqueos y llamados abruptos a la desobediencia civil.
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