Tras meses con los guantes de boxeo (figurados) puestos, Donald Trump se plantó (literalmente) el casco de obra para visitar los trabajos de renovación de los dos edificios casi centenarios que sirven de sede a la Reserva Federal (Fed) en Washington. En otra vuelta de tuerca de la despiadada campaña de acoso del presidente estadounidense contra el de la Fed, Jerome Powell, para lograr que este baje los tipos de interés a golpe de amenazas e insultos a diario, Trump ha encontrado en el sobrecoste de 600 millones de dólares ocasionado por esa remodelación el último argumento para presionar a Powell, a quien la Casa Blanca ha puesto bajo la sospecha de malversación.
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