
En una entrevista que le hicieron hace ya años, el legendario periodista estadounidense Gay Talese contaba que cuando ya había reunido el material suficiente sobre el asunto o el personaje del que iba a ocuparse, empezaba a escribir su texto en una máquina eléctrica con letras mayúsculas y a triple espacio e iba imprimiendo las páginas que le resultaban satisfactorias. Las pegaba entonces a una pared con un alfiler —tenía cuatro o cinco paneles de poliestireno para hacerlo, comentaba— hasta que llegaba a tener un montón de ellas colocadas en orden. Luego se sentaba al otro lado de la habitación, cogía unos prismáticos y empezaba a leer. Quería ver su material “con ojos frescos, como si otra persona lo hubiera escrito”.
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