Por primera vez en siete años, Pedro Sánchez parecía realmente noqueado este jueves en una comparecencia pública. Esta vez la crisis le afecta directamente, porque él fue quien nombró a Santos Cerdán ―como antes lo hizo con José Luis Ábalos― quien decidió confirmarlo en el último congreso hace seis meses, cuando ya había sospechas sobre él, y quien hasta el momento en que se publicó el informe de la UCO lo defendió y mantuvo su confianza en él. Sánchez entrega la cabeza de Cerdán, descarta dimitir él, y gana tiempo para hacer una remodelación profunda del PSOE e intentar aguantar.
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