
A sus 83 años, el perfumista Serge Lutens (Lille, Francia) no ha perdido su determinación para seguir creando belleza. “Mis primeros deseos fueron dirigidos a la alta costura, pero eran los años sesenta y el mundo estaba cambiando”, relata. De aquella época le queda “un recuerdo que es como un maremoto, un abismo, un vértigo”. Y por supuesto toda esa belleza que le continúa obsesionando hoy: “Es y sigue siendo mi único objetivo. La protejo haciéndola inaccesible y fabulosa. Es mi religión, la que me conecta con el mundo. No tengo interés en nada más”.
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