Son las 15.15 horas en un punto a seis kilómetros de Torre Pacheco (Murcia). El termómetro marca 38 grados y una decena de chalecos naranjas avanza como en formación por los surcos que marca el tractor. La gravedad terca hace que las matas se deslomen contra la tierra y, por tanto, también ellos. El agua que riega de manera artificial estas plantas rastreras las ha hecho parir cientos de toneladas de melones con los que se nutrirá la cooperativa. Y de paso, los que doblan la espalda. Sin las ganancias que da esta fruta que se comerán en Francia, es imposible explicar cómo, este pueblo del corazón del Campo de Cartagena, ha disuelto en menos de una semana una oleada nacional de odio xenófobo contra una comunidad completa de origen magrebí. La “caza al moro”, que alentaba la ultraderecha desde Madrid o Barcelona, se topó con una realidad más inmediata: la necesidad de un pueblo de seguir existiendo. Y estaban en plena campaña del melón.
Nuestra fuente:EL PAÍS Edición Chile: El periódico global en EL PAÍS Publicado para Chile