Al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le gusta apostillar cada vez que se habla de Ucrania que esa no es su guerra y que no se hubiera producido si él hubiera estado a los mandos cuando estalló. No podrá decir lo mismo sobre la crisis en Oriente Próximo después de que Israel bombardeara en la madrugada del viernes objetivos nucleares iraníes, pese a las declaraciones públicas del estadounidense en contra, y en vísperas de una nueva ronda de negociaciones entre Washington y Teherán sobre el programa nuclear iraní. Trump ha reconocido que Israel le advirtió de sus intenciones. Pero, ya sea porque no pudiera o porque no quisiera, no disuadió al primer ministro Benjamín Netanyahu de golpear a su mayor enemigo.
Nuestra fuente:EL PAÍS Edición Argentina: el periódico global en EL PAÍS Publicado para Argentina