
Hay partidos, como la final de Roland Garros 2025, que incorporan, después de la euforia por lo que has visto, una pequeña sensación de tristeza. ¿Volveremos a ver algo igual? ¿Será posible ir aún más allá? ¿Se puede jugar mejor al tenis? La respuesta es sí, ¿pero cuándo y cuánto? ¿Qué margen deja esta final para que otra pueda considerarse mejor?
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