
Un tapir malayo abre tímidamente los ojos. Lo que ve a su alrededor es una selva tropical del sudeste asiático. Pero, aunque no lo sepa, se encuentra en Fuengirola (Málaga), a más de 11.000 kilómetros de Malasia, en un Bioparc que no solamente está contribuyendo a la recuperación de su especie, con menos de 2.500 ejemplares en su hábitat y seriamente amenazada; el centro ofrece a los visitantes la oportunidad de asomarse al corazón de los ecosistemas más salvajes del planeta sin salir de España.
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